24/5/13

El atardecer, una unión desunida.


Dicen los antiguos que el atardecer no es el fin del día sino la fortuna de dos amantes que solo tienen unos minutos para encontrarse. Al occidente, después de las seis de la tarde, generalmente, el cielo que antes era blanco y azul, se pinta de amarillo y se mezcla con el rojo. Es allí donde ella sin salir lo saluda. Es allí donde él sin verla se despide.

Cada atardecer es una señal indeleble que puede haber un amanecer, y si hay amanecer, puede haber otro atardecer. Juntos lo saben. A la distancia se miran y solo atinan a expresar de lejos lo que cada uno sabe que siente y grita dentro del silencio y con el canto de la aves que finalizan su día.

Él se va. Ella comienza su vista. Al otro lado, por el otro oriente, él llega, ella de despide. Allí, horas más tarde, celebraran este mismo rito de unión desunida. 

Luego de decir la palabra rito, los antiguos, corregían; decían que rito era una acción que había perdido su verdadero significado.

Decían ellos, que el atardecer no era un rito sino un encuentro irrepetible. -¿Cómo lo saben? -Nunca, ningún atardecer, ningún encuentro es igual a otro. Por eso cada atardecer es hermoso, respondían.


John Anzola.  

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