21/11/12

Por culpa de McCausland. Adios a un grande.

Hoy me levante más tarde que de costumbre. Generalmente prendo mi PC a las 5:30 a.m. y comienzo leer, escribir y actualizar textos de la Maestría que estoy cursando. Hoy me levanté a las 7:00 a.m. A eso de las 8:30 a.m. prendí el computador y me enteré, por Twitter, de la muerte de Ernesto McCausland.

No lo conocía. Digo, no lo había leído, ni escuchado, ni visto. No había leído sus crónicas en el Heraldo, donde escribía. No había visto sus crónicas en Caracol T.V. o tal vez sí, pero no sabía que era él. No lo recuerdo de QAP. Nada. Pero su muerte generó una inquietud por conocerlo.

Es lamentable que una persona brillante como el señor Ernesto McCausland sea conocida y reconocida por su muerte. Pareciera que la muerte es la puerta que nos sacara del anonimato. A muchos grandes, solo los reconocemos cuando mueren. Al leerlo, lo relacioné con Juan Gossaín, y con Gabo, autor a quien he leído y admiro.

Las costa de nuestro país ha visto nacer un sin número de plumas que tiene algo que los del interior no tenemos. Gabo, Gossaín, David Sánchez Juliao, Ernesto McCausland, y Alberto Salcedo Ramos, a quien leí hoy, son oriundos de la tierra con mar. ¿Será que el azul de mar pinta de imaginación las mentes prodigiosas que lo observan?

Los textos de Ernesto McCausland son maravillosos. Verdaderamente fue un gran cronista. Multitudes de homenajes en su honor, y bien merecidos los tiene. Su obra perdurará. Hablando de él, Gossaín dijo: “La única muerte verdadera es el olvido”. Él no morirá. No lo olvidaremos.

Digo olvidaremos porque leer sus textos es una tarea pendiente. No toco, no toco, y no toco, es una maravillosa crónica que encontré, vía Twitter, en el Heraldo.com. Me atrapó.

En mi búsqueda me encontré también con otros grandes: Alberto Salcedo Ramos y Lucy Lorena Libreros son dos autores a quien quiero conocer.

Seguramente si hoy el gran Ernesto McCausland no hubiera partido, yo no me hubiera deleitado en tantas letras que invaden la mente, y desprende el corazón y la imaginación de la realidad para llevarlo por un viaje fantástico donde imágenes van y vienen.

La conclusión de la noticia fue este documento. No sé qué será. Pero puede ser un comienzo.


John Anzola.

21/11/12


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Los seres humanos nos damos cuenta el valor que tiene una persona cuando ya se a ido, nos lamentamos por su muerte y entedemos al final cuando es demasiado tarde que era importante para nosotros.
Att: Jeimmy Villabon
Enfermeria 106

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